martes, 31 de agosto de 2010

A mí la lluvia...

...me hizo feliz siempre. Pero mucho más feliz me hace ahora, porque cuando amanece lloviendo, amanece sin albañiles trabajando. Que llueva, que llueva, siempre siempre.



La lluvia en los dedos de mi hermana Laura:


Lo dijeron en la tele;
lo dice el cielo que evidentemente
se va preparando pero sin apuro:
formula nubes blanduzcas
cada vez más opacas
y cada vez más dueñas y señoras:
levan; intentan hacer del cielo un techo,
exhalan ese perfume promisorio
transformador del tono molecular del aire.
Lo publicaron en el diario
con el dibujo de la nube gris
atravesada por el rayo;
sólo queda esperar, disimulando,
como si la certidumbre de la lluvia
no se volcara sobre nuestros actos
renovando del todo su carácter.

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